miércoles, 7 de julio de 2010

“Lo que no sabía es que ser toro es sinónimo de ser un mono de feria. “

Me han separado de mis padres, estoy en una habitación oscura y húmeda. Y hay un montón como yo. La comida no es de lo más agradable. Y apenas tenemos sitio y casi no nos dejan dar paseos. Lo único bueno de este sitio son las historias del abuelo. Todas las noches, después de que los humanos se retiren el abuelo se levanta y a la vez que mueve sus orejas marcando el ritmo de sus palabras cuenta historias de los humanos y de algo muy extraño y raro. Al parecer, cierto día de Julio, nunca recuerdo si el siete o el ocho, nos dejan pasear a nuestras anchas y las personas pasean con nosotros. Tengo ganas de salir de aquí, seguro que el exterior sigue igual de maravilloso, hace tanto que no lo veo. Tengo un plan para escapar, pues aunque no sé muy bien lo que ocurre se que quien sale a ese circulo gigante no vuelve y no sé a donde se lo llevan, así que le he propuesto a Félix, mi único amigo , que ese día de Julio intentemos huir y vivir fuera de aquí, juntos. Él alegremente ha aceptado mi propuesta.
Hoy es siete de Julio, se oye mucho ruido, música y demás, por la pequeña ventana de la derecha se puede ver a mucha gente vestidos de ese color que tanto se mancha y con un pañuelo del color de la sangre. Me acerco a Félix y le recuerdo el plan, el asiente con la cabeza en señal de haberlo entendido. Alguien abre la puerta y de modo instintivo supongo, todos salimos corriendo, los humanos se unen a la carrera. No encuentro salida y he perdido a mi amigo, corro más y más pero es como un enorme tubo sin fin y no hay ninguna salida por los lados, solo recto y más recto. Las personas se interponen en mi camino y me tiran de las orejas, los cuernos y el rabo. ¿Qué les he hecho yo? ¿Por qué no me dejan? No me lo puedo creer, he vuelto a la plaza. Esto es un sin vivir. Vuelvo a mi habitación, sucia y oscura. Viene mi “cuidador” y me saca de allí y me lleva a un pasillo. Me hace daño, no se que hace con mis cuernos, los está cortando. Me golpea. ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! Dios, socorro. Mi tripa, mis piernas, ¿Qué hace? Me ha colgado algo del cuello. Pesa mucho. Apaga la luz y me deja ahí.
Ha pasado mucho tiempo, me abren la puerta y salgo. Hay un humano, lleva un traje ridículo, color rosa y una sábana roja en la mano ¿No sabe que esos colores se matan? Seguro que ha sido él el que me ha hecho todo eso, corro hacia él quiero hacer cosas que me lleven al infierno. Mi pierna izquierda no me funciona y me caigo, pero me da igual, vuelvo a levantarme y le doy, pero no sé 1es pasa a mis cuernos, no hacen nada, tan sólo le hacen volar por los aires. Comienzo a marearme y él maldito aprovecha para clavarme tres espadas. Caigo al suelo y sangro, sangro mucho. ¿Qué coño os pasa? ¿No se supone que vosotros sois la raza civilizada? ¿Acaso nosotros os atacamos gratuitamente? De pequeño pensaba que ser un toro era lo mejor que te podía pasar, fuerte, grande, robusto, guapo y todo lo que las hembras desean; lo que no sabía es que ser toro es sinónimo de ser un mono de feria. Sólo deseo ir al infierno para rendirle cuentas cuando el llegue allí, porque dudo que el cielo admita a asesinos como él.

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